Como os decía, la segunda parte de esta tercera evaluación es la lectura con RESUMEN y COMENTARIO de alguno de los artículos recopilados en el siguiente libro de Tony Jugdt o de algún capítulo del libro de J. FONTANA:
LA ÉPOCA DEL OLVIDO (sinopsis)
En su monumental Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, su autor, el historiador británico Tony Judt, tenía lógicamente embridada su ideología, subsidiaria de la metodología y los acontecimientos que describía y analizaba. No es que esa ideología no anduviera presente, sino que lo estaba de modo subliminal, como un producto subsidiario del libro en cuestión. En Sobre el olvidado siglo XX, su última aportación intelectual, las ideas de Judt emergen desbordadas, plenamente descritas y razonadas y el sujeto al que se dirigen es la izquierda europea no comunista, que se ha quedado sin agente, sin proyecto e incluso sin historia. Y lo que es más preocupante, sin relato en el que apoyarse.
Si quiere recuperar su papel protagonista en los años venideros, esa izquierda debe aceptar su responsabilidad en los pecados del siglo que acaba de terminar: mientras no reconozca su antigua tendencia a preferir el poder a la libertad, a ver algo bueno en todo lo que hacía una autoridad progresista por el mero hecho de autodefinirse así (sin juzgar esa actividad en sí misma), dará la espalda abochornada al futuro. ¿Qué es lo que ha aprendido esa izquierda del pasado inmediato que revertirá en el futuro? Al menos tres ideas fuerza. La primera, que no es universalmente aplicable cualquier tipo de reglas o principios políticos y económicos; ello no significa una defensa del relativismo moral o cultural, sino el reconocimiento de que, dentro de ciertos límites, lo que es una conducta normal y esperable de un Gobierno en una sociedad libre puede ser considerado una interferencia intolerable en otra.
En segundo lugar, hay que repensar el Estado. Al menos en Europa, el Estado continuará desempeñando un papel principal en la vida pública por una serie de razones. La inicial, la cultural: los ciudadanos esperan que el Estado tome la iniciativa o al menos se haga cargo de los destrozos, cuando los haya; sólo el Estado es capaz de proporcionar los servicios y condiciones a través de los cuales los ciudadanos puedan aspirar a una vida plena. Por otra parte, como los mercados globales existen, como el capital y los recursos se desplazan por el planeta y los individuos o quienes los gobiernan han perdido el control de buena parte de lo que ocurre en sus vidas, hay una necesidad mayor que nunca para aferrarse a las instituciones intermedias (y en la globalización, el Estado es una institución intermedia más) que hacen posible la vida civilizada normal en las comunidades y sociedades. Por último, la necesidad de la democracia representativa -que hace posible que un gran número de personas vivan juntas con cierto grado de acuerdo al tiempo que conservan algún tipo de control sobre su destino colectivo- es el mejor argumento en favor del Estado tradicional: los dos están destinados a vivir o morir juntos.
La tercera línea fuerza de Judt indica que lo mismo que la democracia política es todo lo que media entre los individuos aislados y un Gobierno excesivamente poderoso, el Estado regulador, el Estado de Bienestar es el interlocutor central entre los ciudadanos y las impredecibles fuerzas del cambio económico.
El origen de Sobre el olvidado siglo XX son los artículos demandados al autor por revistas y periódicos de referencia, y recopilados aquí. Hay en ellos una identidad de objetivos y un hilo conductor, aunque no todos tengan la misma categoría y el mismo nivel de acierto (por ejemplo, son sensacionales los dedicados a Hannah Arendt, Kolakowski, Althusser o Hobsbawm, y más mediano el referido a Camus). Ese hilo conductor, la tesis del ensayo, es la época de olvido en la que hemos entrado. Hemos dejado nuestro pasado inmediato antes de haberlo entendido: no sabemos de dónde venimos. Se arrincona la historia en beneficio de la herencia y no consideramos en toda extensión un siglo XX que fue terrible en muchos sentidos, un periodo de brutalidad y sufrimientos masivos, quizá sin parangón en el registro histórico. De todas las ilusiones contemporáneas, la más peligrosa es aquella sobre la que se sustentan todas las demás: la idea de que vivimos en una época sin precedentes, que lo que está ocurriendo ahora es nuevo e irreversible, y que el pasado no tiene nada que enseñarnos excepto para saquearlo.
Entre los olvidos, uno de los más clamorosos es el de los intelectuales, los personajes que en el siglo pasado fueron uno de los vehículos fundamentales para el debate, la transmisión y la difusión de las ideas. El siglo XX fue el siglo de los intelectuales. Judt aprovecha la publicación de algún libro sobre los protagonistas de la república de las letras del siglo pasado para analizar su vida y obra, componiendo retratos analíticos verdaderamente originales de gente como Koestler, Primo Levi, Manès Sperber, Hannah Arendt, Camus, Althusser, su colega Eric Hobsbawm... Muchos son judíos y muchos acabaron su vida mediante el suicidio, muchos fueron primero comunistas y luego furibundos anticomunistas, muchos fueron trashumantes de países y lenguas y vagaron por toda Europa, muchos estudiaron el problema del mal político del siglo XX y su banalización. El Holocausto y el Gulag fueron sus parteaguas.
En este análisis del historiador británico, algunos de los citados y otros son golpeados dialécticamente por su inconsistencia, su incoherencia o sus silencios. Entre los primeros, el ex primer ministro británico Tony Blair ("un gnomo en el jardín"), sobre el que Judt hace vudú: su práctica política fue de una gran falsedad, transmitía una impresión de profunda convicción... en la nada; lo que contaba para él eran las apariencias; era un populista al que le producía urticaria el contacto directo con sus votantes. Simplemente, le gustaban los ricos. Entre los silentes incorpora a la mayor parte de los intelectuales liberales norteamericanos (el capítulo dedicado a ellos lo titula 'El silencio de los corderos'), que abdicaron de su labor al consentir y esconder la cabeza debajo del ala ante asuntos como la guerra de Irak, la masacre de Líbano, Irán, los ataques de la Administración Bush a las libertades civiles y al derecho internacional. "En los EE UU de hoy", sentencia Judt con dolor, "los neoconservadores generan políticas brutales que los liberales cubren con una hoja de parra ética".
Una última reflexión recorre transversalmente el libro, como una intensa preocupación del autor: el economicismo rampante de la última parte del siglo XX. Las grandes narraciones de la Nación, la Historia o el Progreso, que caracterizaron el relato de la primera parte del siglo pasado, aparecen ahora desacreditadas, sin recuperación posible. A partir de los años ochenta, los del triunfo de la revolución conservadora, describimos nuestros objetivos colectivos en términos exclusivamente económicos (prosperidad, crecimiento, PIB, eficacia, productividad, tipos de interés, bolsas de valores, etcétera), como si no fueran sólo herramientas para alcanzar colectivamente unos fines sociales y políticos, sino pautas suficientes y necesarias en sí mismas.
Pero no sólo la naturaleza aborrece el vacío: las democracias en las que no haya opciones políticas significativas y en las que la política económica es lo único que importa (determinada ésta, además, por actores no electos como los bancos centrales, las agencias internacionales o las corporaciones transnacionales) se multiplica el riesgo de que devengan en democracias que no funcionan o en las que la presencia de la política de la frustración es apabullante. Si la cuestión política (y social) no se aborda, no desaparece, sino que vuelve en busca de respuestas más radicales y extremistas.
Explicar el cómo y el porqué de este proceso es el hilo conductor del lúcido y documentadísimo análisis de Fontana, de 1.200 páginas, y al que ha dedicado 15 años de trabajo. El camino historiográfico no era nada fácil, ya que la historia del tiempo presente está llena de simplificaciones, ocultaciones y manipulaciones. Se trata de una historiografía que a menudo tiende a legitimar el pasado para justificar reglas de conducta que quedarían en evidencia si se explicaran las raíces ocultas de sus intenciones. Contra esto ha querido luchar Fontana haciendo un alarde exhaustivo de conocimientos y del uso de fuentes documentales y de referencias de todo tipo. Con un riguroso ojo crítico, ha desbrozado, profundizado y analizado los principales acontecimientos históricos de nuestro tiempo.
La obra rastrea los diversos y complementarios procesos que se desarrollaron en realidades territoriales tan diversas como Europa, América del Norte, África, América Latina u Oriente Próximo los últimos 66 años, y busca sus causas y sus repercusiones. Persigue las complicidades y las claudicaciones de los más diversos regímenes políticos ante la presión avasalladora de los grupos privilegiados, capaces de defender sus intereses haciendo uso de todo tipo de recursos. Observa que si bien en los países centrales se produjo una mejora de los niveles de vida y un reparto más equitativo de la riqueza, fue muy inferior en las periferias. Y señala que las mejoras económicas y sociales de los años cincuenta y sesenta fueron en buena medida provocadas por el miedo al otro, el temor al enemigo del otro bloque y también al interno. Los sucesos de 1968 de París y de Praga muestran, en opinión de Fontana, que era imposible un cambio radical dentro de cada uno de los sistemas mundiales creados durante la posguerra. Y explica cómo tras la crisis económica de los setenta y la desaparición de la amenaza comunista, se ha producido un incremento de la desigualdad y de las discriminaciones que está amenazando no pocas conquistas sociales. Y que por ello se ha extendido la convicción de que los sistemas políticos, tal y como funcionan hoy, no permiten excesivos cambios sociales. La crisis económica actual, con la ausencia de mecanismos de control de los mercados financieros, no solo favorece a los especuladores sino que muestra que no hay voluntad política para establecer autocorrecciones en el sistema. El balance final que nos ofrece no es precisamente optimista: hoy la inmensa mayoría de la población mundial se ve incapaz de superar su condición subordinada y contempla impotente la ausencia de salidas. Siete décadas después de la II Guerra Mundial las diferencias entre los muy ricos y los otros son mayores que nunca.
Analiza todo ese complejo proceso gracias al uso de la bibliografía mundial más actual y de numerosa documentación de todo tipo de procedencias: de la CIA, del Departamento de Estado norteamericano, soviético, británico, etcétera. Profundiza en la etapa inicial de la guerra fría, con la dura polarización que impidió que los valores democráticos y de igualdad se impusieran realmente en ambos lados, documenta el significado de la absurda, inútil y costosísima carrera nuclear y evalúa la relevancia histórica de los momentos de máxima tensión (Berlín, Corea, Hungría, Suez, Vietnam, Checoslovaquia, Afganistán, Irak).
En este libro, Fontana relativiza el uso que se hacía en el bloque occidental de las libertades políticas, especialmente por parte de las diferentes Administraciones norteamericanas. Así, ofrece una visión estremecedora de los condicionamientos y las limitaciones del acceso a la independencia de los países de África y del patrocinio por parte de EE UU de buena parte de las sanguinarias y corruptas dictaduras asiáticas, latinoamericanas o africanas. Analiza el cambio que significó la Administración de Kennedy y considera que el desengaño final de su etapa fue semejante al que se produce actualmente con la de Obama. Analiza los interesantes intentos reformistas de Johnson, la lucha por los derechos civiles y la contrarrevolución que significó la era Reagan.
Pero también responsabiliza al desaparecido bloque soviético de la crisis actual. Señala que, tras la ciega creencia de que se estaba en posesión de la razón histórica, se construyeron unas dictaduras obsesionadas por el enemigo exterior y el interior. Repasa el significado de las purgas de Stalin, de la desestalinización, de la etapa de Jruschov y muestra cómo los rígidos regímenes socialistas liquidaron con procedimientos brutales todas las muestras de malestar (crisis húngara, checa y polaca). Finalmente, constata que el hundimiento del bloque comunista, en buena parte provocado por la ineficiencia de su sistema económico, se produjo a una velocidad sorprendente, que explica que las transiciones hacia el sistema capitalista fueran muy improvisadas y beneficiaran a no pocos sectores de las antiguas castas dirigentes.
En el estudio también se recogen las batallas que se produjeron en el terreno de las ideas y las periódicas ofensivas ideológicas contra los instrumentos de control ecológico, social y contra la propia democracia, explicando el surgimiento, inicialmente solo en el mundo occidental, de nuevos movimientos sociales, como el ecologismo y el feminismo. En su análisis, llega hasta la primavera árabe y los indignados.
La tesis final del libro tal vez parezca demasiado pesimista. Pero es evidente que el mundo actual no es lo que hubiera podido ser si, como recuerda Fontana, hubiese predominado realmente el espíritu proclamado en la Carta del Atlántico de 1941. Con la que está cayendo en la parte del mundo más desarrollado y con las escasas esperanzas de mejora real de su existencia que tienen hoy más de la mitad de los 7.000 millones de habitantes del planeta, no se puede ser demasiado optimista al hacer un balance de los últimos 66 años.
En un mundo desorientado como el actual, que ha olvidado buena parte de los referentes históricos, Fontana tiene la valentía de ofrecer una tesis interpretativa que pretender servir de reflexión documentada para entender y debatir lo que nos ha llevado adonde estamos. Su propuesta no es fruto de la especulación, ni de apriorismos, sino de un honesto análisis basado en unos abrumadores conocimientos. El lector queda asombrado ante las más de 200 páginas de referencias bibliográficas y de fuentes, en las que no faltan numerosa documentación diplomática recientemente desclasificada y abundante información extraída de la red. Fontana utiliza hasta los últimos artículos de Krugman, Stiglitz o Soros. La obra es realmente un alarde de erudición que asombra por la portentosa capacidad de asimilación de las miles de referencias que nos ofrece. Además, Fontana, como siempre, utiliza un estilo impecable que hace muy fácil y amena la lectura de la obra, pese a su volumen. El lector queda pronto atrapado por esta brillante narración y por el descubrimiento de no pocas cuestiones ocultadas hasta hace poco o manipuladas.
Realmente, no hay muchos historiadores españoles que se atrevan a lanzarse al estudio de temáticas de tal alcance y de tamaña ambición intelectual. Josep Fontana con este libro se nos muestra como un historiador más documentado y ambicioso que Eric J. Hobsbawm, y tan lúcido, innovador y sugerente como el malogrado Tony Judt. Esta obra monumental ratifica a Josep Fontana como un historiador de categoría mundial.
TRABAJO:
Tenéis que elegir UN CAPÍTULO de alguno de los dos libros. Os dejo el índice del primero para abrir apetito (ya os subiré el sugundo y también las pautas sobre el trabajo/PRESENTACIÓN):
Cap. 1. Arthur Koestler, el intelectual ejemplar
Cap. 2. Las verdades elementales de Primo Levi (filósofo judío)
Cap. 3. La Europa judía de Manés Sperber
Cap. 4. Hannah Arendt y el mal
Cap. 5. Alber Camus "El mejor hombre de Francia"
Cap. 6. Elucubraciones "el marxismo de Louis Althusser
Cap. 7. Eric Hobsbawm y el romance del comunismo
Cap. 8. ¿Adiós a todo? Leszek Kolakowski
Cap. 9. ¿Un "Papa de ideas"? Juan Pablo II y el mundo moderno
Cap. 10. Edward Said: el cosmopolita desarraigado
Cap. 11. La catástofre: la caída de Francia, 1940
Cap. 12. A la recherche du Temps perdu: Francia y sus pasados
Cap. 13. El gnomo en el jardín: Tony Blair y el "Patrimonio" británico
Cap. 14. Un Estado sin estado: por qué es importante Bélgica
Cap. 15. Rumanía entre la historia y Europa
Cap. 16. Una sombría victoría: la guerra de los seis vida
Cap. 17. El país que no quería crecer
Cap. 18. ¿Una tragedia estadounidense?
Cap. 19. La crisis: Kennedy, Jruschov y Cuba
Cap. 20. El ilusionista: Henry Kissinger y la política exterior EEUU
Cap. 21. ¿De quién es esa historia? La guerra fría en retrospectiva
Cap. 22. El silencio de los corderos: sobre la extraña muerte del Estados Unidos liberal
Cap. 23. La buena sociedad: Europa frente a Estados Unidos
Postfacio. La cuestión social rediviva
FELICES PASCUAS!!!
En su monumental Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, su autor, el historiador británico Tony Judt, tenía lógicamente embridada su ideología, subsidiaria de la metodología y los acontecimientos que describía y analizaba. No es que esa ideología no anduviera presente, sino que lo estaba de modo subliminal, como un producto subsidiario del libro en cuestión. En Sobre el olvidado siglo XX, su última aportación intelectual, las ideas de Judt emergen desbordadas, plenamente descritas y razonadas y el sujeto al que se dirigen es la izquierda europea no comunista, que se ha quedado sin agente, sin proyecto e incluso sin historia. Y lo que es más preocupante, sin relato en el que apoyarse.
Si quiere recuperar su papel protagonista en los años venideros, esa izquierda debe aceptar su responsabilidad en los pecados del siglo que acaba de terminar: mientras no reconozca su antigua tendencia a preferir el poder a la libertad, a ver algo bueno en todo lo que hacía una autoridad progresista por el mero hecho de autodefinirse así (sin juzgar esa actividad en sí misma), dará la espalda abochornada al futuro. ¿Qué es lo que ha aprendido esa izquierda del pasado inmediato que revertirá en el futuro? Al menos tres ideas fuerza. La primera, que no es universalmente aplicable cualquier tipo de reglas o principios políticos y económicos; ello no significa una defensa del relativismo moral o cultural, sino el reconocimiento de que, dentro de ciertos límites, lo que es una conducta normal y esperable de un Gobierno en una sociedad libre puede ser considerado una interferencia intolerable en otra.
En segundo lugar, hay que repensar el Estado. Al menos en Europa, el Estado continuará desempeñando un papel principal en la vida pública por una serie de razones. La inicial, la cultural: los ciudadanos esperan que el Estado tome la iniciativa o al menos se haga cargo de los destrozos, cuando los haya; sólo el Estado es capaz de proporcionar los servicios y condiciones a través de los cuales los ciudadanos puedan aspirar a una vida plena. Por otra parte, como los mercados globales existen, como el capital y los recursos se desplazan por el planeta y los individuos o quienes los gobiernan han perdido el control de buena parte de lo que ocurre en sus vidas, hay una necesidad mayor que nunca para aferrarse a las instituciones intermedias (y en la globalización, el Estado es una institución intermedia más) que hacen posible la vida civilizada normal en las comunidades y sociedades. Por último, la necesidad de la democracia representativa -que hace posible que un gran número de personas vivan juntas con cierto grado de acuerdo al tiempo que conservan algún tipo de control sobre su destino colectivo- es el mejor argumento en favor del Estado tradicional: los dos están destinados a vivir o morir juntos.
La tercera línea fuerza de Judt indica que lo mismo que la democracia política es todo lo que media entre los individuos aislados y un Gobierno excesivamente poderoso, el Estado regulador, el Estado de Bienestar es el interlocutor central entre los ciudadanos y las impredecibles fuerzas del cambio económico.
El origen de Sobre el olvidado siglo XX son los artículos demandados al autor por revistas y periódicos de referencia, y recopilados aquí. Hay en ellos una identidad de objetivos y un hilo conductor, aunque no todos tengan la misma categoría y el mismo nivel de acierto (por ejemplo, son sensacionales los dedicados a Hannah Arendt, Kolakowski, Althusser o Hobsbawm, y más mediano el referido a Camus). Ese hilo conductor, la tesis del ensayo, es la época de olvido en la que hemos entrado. Hemos dejado nuestro pasado inmediato antes de haberlo entendido: no sabemos de dónde venimos. Se arrincona la historia en beneficio de la herencia y no consideramos en toda extensión un siglo XX que fue terrible en muchos sentidos, un periodo de brutalidad y sufrimientos masivos, quizá sin parangón en el registro histórico. De todas las ilusiones contemporáneas, la más peligrosa es aquella sobre la que se sustentan todas las demás: la idea de que vivimos en una época sin precedentes, que lo que está ocurriendo ahora es nuevo e irreversible, y que el pasado no tiene nada que enseñarnos excepto para saquearlo.
Entre los olvidos, uno de los más clamorosos es el de los intelectuales, los personajes que en el siglo pasado fueron uno de los vehículos fundamentales para el debate, la transmisión y la difusión de las ideas. El siglo XX fue el siglo de los intelectuales. Judt aprovecha la publicación de algún libro sobre los protagonistas de la república de las letras del siglo pasado para analizar su vida y obra, componiendo retratos analíticos verdaderamente originales de gente como Koestler, Primo Levi, Manès Sperber, Hannah Arendt, Camus, Althusser, su colega Eric Hobsbawm... Muchos son judíos y muchos acabaron su vida mediante el suicidio, muchos fueron primero comunistas y luego furibundos anticomunistas, muchos fueron trashumantes de países y lenguas y vagaron por toda Europa, muchos estudiaron el problema del mal político del siglo XX y su banalización. El Holocausto y el Gulag fueron sus parteaguas.
En este análisis del historiador británico, algunos de los citados y otros son golpeados dialécticamente por su inconsistencia, su incoherencia o sus silencios. Entre los primeros, el ex primer ministro británico Tony Blair ("un gnomo en el jardín"), sobre el que Judt hace vudú: su práctica política fue de una gran falsedad, transmitía una impresión de profunda convicción... en la nada; lo que contaba para él eran las apariencias; era un populista al que le producía urticaria el contacto directo con sus votantes. Simplemente, le gustaban los ricos. Entre los silentes incorpora a la mayor parte de los intelectuales liberales norteamericanos (el capítulo dedicado a ellos lo titula 'El silencio de los corderos'), que abdicaron de su labor al consentir y esconder la cabeza debajo del ala ante asuntos como la guerra de Irak, la masacre de Líbano, Irán, los ataques de la Administración Bush a las libertades civiles y al derecho internacional. "En los EE UU de hoy", sentencia Judt con dolor, "los neoconservadores generan políticas brutales que los liberales cubren con una hoja de parra ética".
Una última reflexión recorre transversalmente el libro, como una intensa preocupación del autor: el economicismo rampante de la última parte del siglo XX. Las grandes narraciones de la Nación, la Historia o el Progreso, que caracterizaron el relato de la primera parte del siglo pasado, aparecen ahora desacreditadas, sin recuperación posible. A partir de los años ochenta, los del triunfo de la revolución conservadora, describimos nuestros objetivos colectivos en términos exclusivamente económicos (prosperidad, crecimiento, PIB, eficacia, productividad, tipos de interés, bolsas de valores, etcétera), como si no fueran sólo herramientas para alcanzar colectivamente unos fines sociales y políticos, sino pautas suficientes y necesarias en sí mismas.
Pero no sólo la naturaleza aborrece el vacío: las democracias en las que no haya opciones políticas significativas y en las que la política económica es lo único que importa (determinada ésta, además, por actores no electos como los bancos centrales, las agencias internacionales o las corporaciones transnacionales) se multiplica el riesgo de que devengan en democracias que no funcionan o en las que la presencia de la política de la frustración es apabullante. Si la cuestión política (y social) no se aborda, no desaparece, sino que vuelve en busca de respuestas más radicales y extremistas.
LA QUIEBRA DE UNA GRAN ILUSIÓN
El historiador Josep Fontana ha publicado una obra de excepcional ambición intelectual que sin duda se convertirá en un hito historiográfico, Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945 (Pasado&Presente). Este historiador catalán, que acaba de cumplir 80 años y es catedrático emérito de Historia Económica de la Universitat Pompeu Fabra, tiene una larga trayectoria: sus más de 500 publicaciones -entre ellas 30 libros- avalan su destacada talla científica.
Con este libro, asume un reto que pocos historiadores tienen hoy día la capacidad de afrontar, el de explicar cómo fue posible que la gran ilusión surgida tras el desastre de la II Guerra Mundial de construir un nuevo orden mundial guiado por el entendimiento y el progreso colectivo se frustrase, y que siete décadas después nos encontremos ante un desorden económico sin precedentes y con no pocas dificultades para que la democracia predomine en el planeta.Explicar el cómo y el porqué de este proceso es el hilo conductor del lúcido y documentadísimo análisis de Fontana, de 1.200 páginas, y al que ha dedicado 15 años de trabajo. El camino historiográfico no era nada fácil, ya que la historia del tiempo presente está llena de simplificaciones, ocultaciones y manipulaciones. Se trata de una historiografía que a menudo tiende a legitimar el pasado para justificar reglas de conducta que quedarían en evidencia si se explicaran las raíces ocultas de sus intenciones. Contra esto ha querido luchar Fontana haciendo un alarde exhaustivo de conocimientos y del uso de fuentes documentales y de referencias de todo tipo. Con un riguroso ojo crítico, ha desbrozado, profundizado y analizado los principales acontecimientos históricos de nuestro tiempo.
La obra rastrea los diversos y complementarios procesos que se desarrollaron en realidades territoriales tan diversas como Europa, América del Norte, África, América Latina u Oriente Próximo los últimos 66 años, y busca sus causas y sus repercusiones. Persigue las complicidades y las claudicaciones de los más diversos regímenes políticos ante la presión avasalladora de los grupos privilegiados, capaces de defender sus intereses haciendo uso de todo tipo de recursos. Observa que si bien en los países centrales se produjo una mejora de los niveles de vida y un reparto más equitativo de la riqueza, fue muy inferior en las periferias. Y señala que las mejoras económicas y sociales de los años cincuenta y sesenta fueron en buena medida provocadas por el miedo al otro, el temor al enemigo del otro bloque y también al interno. Los sucesos de 1968 de París y de Praga muestran, en opinión de Fontana, que era imposible un cambio radical dentro de cada uno de los sistemas mundiales creados durante la posguerra. Y explica cómo tras la crisis económica de los setenta y la desaparición de la amenaza comunista, se ha producido un incremento de la desigualdad y de las discriminaciones que está amenazando no pocas conquistas sociales. Y que por ello se ha extendido la convicción de que los sistemas políticos, tal y como funcionan hoy, no permiten excesivos cambios sociales. La crisis económica actual, con la ausencia de mecanismos de control de los mercados financieros, no solo favorece a los especuladores sino que muestra que no hay voluntad política para establecer autocorrecciones en el sistema. El balance final que nos ofrece no es precisamente optimista: hoy la inmensa mayoría de la población mundial se ve incapaz de superar su condición subordinada y contempla impotente la ausencia de salidas. Siete décadas después de la II Guerra Mundial las diferencias entre los muy ricos y los otros son mayores que nunca.
Analiza todo ese complejo proceso gracias al uso de la bibliografía mundial más actual y de numerosa documentación de todo tipo de procedencias: de la CIA, del Departamento de Estado norteamericano, soviético, británico, etcétera. Profundiza en la etapa inicial de la guerra fría, con la dura polarización que impidió que los valores democráticos y de igualdad se impusieran realmente en ambos lados, documenta el significado de la absurda, inútil y costosísima carrera nuclear y evalúa la relevancia histórica de los momentos de máxima tensión (Berlín, Corea, Hungría, Suez, Vietnam, Checoslovaquia, Afganistán, Irak).
En este libro, Fontana relativiza el uso que se hacía en el bloque occidental de las libertades políticas, especialmente por parte de las diferentes Administraciones norteamericanas. Así, ofrece una visión estremecedora de los condicionamientos y las limitaciones del acceso a la independencia de los países de África y del patrocinio por parte de EE UU de buena parte de las sanguinarias y corruptas dictaduras asiáticas, latinoamericanas o africanas. Analiza el cambio que significó la Administración de Kennedy y considera que el desengaño final de su etapa fue semejante al que se produce actualmente con la de Obama. Analiza los interesantes intentos reformistas de Johnson, la lucha por los derechos civiles y la contrarrevolución que significó la era Reagan.
Pero también responsabiliza al desaparecido bloque soviético de la crisis actual. Señala que, tras la ciega creencia de que se estaba en posesión de la razón histórica, se construyeron unas dictaduras obsesionadas por el enemigo exterior y el interior. Repasa el significado de las purgas de Stalin, de la desestalinización, de la etapa de Jruschov y muestra cómo los rígidos regímenes socialistas liquidaron con procedimientos brutales todas las muestras de malestar (crisis húngara, checa y polaca). Finalmente, constata que el hundimiento del bloque comunista, en buena parte provocado por la ineficiencia de su sistema económico, se produjo a una velocidad sorprendente, que explica que las transiciones hacia el sistema capitalista fueran muy improvisadas y beneficiaran a no pocos sectores de las antiguas castas dirigentes.
En el estudio también se recogen las batallas que se produjeron en el terreno de las ideas y las periódicas ofensivas ideológicas contra los instrumentos de control ecológico, social y contra la propia democracia, explicando el surgimiento, inicialmente solo en el mundo occidental, de nuevos movimientos sociales, como el ecologismo y el feminismo. En su análisis, llega hasta la primavera árabe y los indignados.
La tesis final del libro tal vez parezca demasiado pesimista. Pero es evidente que el mundo actual no es lo que hubiera podido ser si, como recuerda Fontana, hubiese predominado realmente el espíritu proclamado en la Carta del Atlántico de 1941. Con la que está cayendo en la parte del mundo más desarrollado y con las escasas esperanzas de mejora real de su existencia que tienen hoy más de la mitad de los 7.000 millones de habitantes del planeta, no se puede ser demasiado optimista al hacer un balance de los últimos 66 años.
En un mundo desorientado como el actual, que ha olvidado buena parte de los referentes históricos, Fontana tiene la valentía de ofrecer una tesis interpretativa que pretender servir de reflexión documentada para entender y debatir lo que nos ha llevado adonde estamos. Su propuesta no es fruto de la especulación, ni de apriorismos, sino de un honesto análisis basado en unos abrumadores conocimientos. El lector queda asombrado ante las más de 200 páginas de referencias bibliográficas y de fuentes, en las que no faltan numerosa documentación diplomática recientemente desclasificada y abundante información extraída de la red. Fontana utiliza hasta los últimos artículos de Krugman, Stiglitz o Soros. La obra es realmente un alarde de erudición que asombra por la portentosa capacidad de asimilación de las miles de referencias que nos ofrece. Además, Fontana, como siempre, utiliza un estilo impecable que hace muy fácil y amena la lectura de la obra, pese a su volumen. El lector queda pronto atrapado por esta brillante narración y por el descubrimiento de no pocas cuestiones ocultadas hasta hace poco o manipuladas.
Realmente, no hay muchos historiadores españoles que se atrevan a lanzarse al estudio de temáticas de tal alcance y de tamaña ambición intelectual. Josep Fontana con este libro se nos muestra como un historiador más documentado y ambicioso que Eric J. Hobsbawm, y tan lúcido, innovador y sugerente como el malogrado Tony Judt. Esta obra monumental ratifica a Josep Fontana como un historiador de categoría mundial.
TRABAJO:
Tenéis que elegir UN CAPÍTULO de alguno de los dos libros. Os dejo el índice del primero para abrir apetito (ya os subiré el sugundo y también las pautas sobre el trabajo/PRESENTACIÓN):
Cap. 1. Arthur Koestler, el intelectual ejemplar
Cap. 2. Las verdades elementales de Primo Levi (filósofo judío)
Cap. 3. La Europa judía de Manés Sperber
Cap. 4. Hannah Arendt y el mal
Cap. 5. Alber Camus "El mejor hombre de Francia"
Cap. 6. Elucubraciones "el marxismo de Louis Althusser
Cap. 7. Eric Hobsbawm y el romance del comunismo
Cap. 8. ¿Adiós a todo? Leszek Kolakowski
Cap. 9. ¿Un "Papa de ideas"? Juan Pablo II y el mundo moderno
Cap. 10. Edward Said: el cosmopolita desarraigado
Cap. 11. La catástofre: la caída de Francia, 1940
Cap. 12. A la recherche du Temps perdu: Francia y sus pasados
Cap. 13. El gnomo en el jardín: Tony Blair y el "Patrimonio" británico
Cap. 14. Un Estado sin estado: por qué es importante Bélgica
Cap. 15. Rumanía entre la historia y Europa
Cap. 16. Una sombría victoría: la guerra de los seis vida
Cap. 17. El país que no quería crecer
Cap. 18. ¿Una tragedia estadounidense?
Cap. 19. La crisis: Kennedy, Jruschov y Cuba
Cap. 20. El ilusionista: Henry Kissinger y la política exterior EEUU
Cap. 21. ¿De quién es esa historia? La guerra fría en retrospectiva
Cap. 22. El silencio de los corderos: sobre la extraña muerte del Estados Unidos liberal
Cap. 23. La buena sociedad: Europa frente a Estados Unidos
Postfacio. La cuestión social rediviva
FELICES PASCUAS!!!
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